jueves, 6 de noviembre de 2008

- EL MUNDO | Suplemento salud 776 - Los medicamentos del futuro se probarán en pacientes virtuales

MARÍA SÁNCHEZ-MONGE

Introduzcámonos en la máquina del tiempo y echemos una ojeada a la investigación de nuevos medicamentos en 2020. Para entonces, el modelo actual habrá quedado totalmente obsoleto y el proceso de desarrollo de fármacos habrá alcanzado mayores cotas de eficiencia. La clave: los procesos virtuales de investigación y desarrollo (I+D).

Los conocimientos sobre la biología humana y las enfermedades habrán alcanzado tal grado de profundidad que se podrán crear hombres virtuales, es decir, programas informáticos que permitan simular con todo detalle cómo se genera y evoluciona una patología concreta y qué ocurre cuando se aplica un tratamiento. Esto es lo que nos depara el porvenir según el informe Pharma 2020: I+D virtual, ¿qué camino escogerás?, elaborado por PricewaterhouseCoopers.

Según este documento, la acción de los fármacos se analizará en una representación digital del cuerpo humano que podrá ajustarse para reflejar las variaciones genéticas más comunes y los principales rasgos de la enfermedad de que se trate. De este modo, se podrá comprobar si el compuesto estudiado produce efectos secundarios. A continuación, se realizará un análisis predictivo para determinar cómo se absorbe esa molécula, de qué forma se metaboliza y la manera en que es expulsada por el organismo, así como las posibles consecuencias adversas a largo plazo y la dosis óptima.

Estos sistemas virtuales evitarán gran parte de la experimentación con células y tejidos humanos que actualmente se realiza de forma previa al inicio de las pruebas en pacientes. La investigación con personas seguirá siendo necesaria, pero disminuirá tanto la cantidad de ensayos clínicos imprescindibles para demostrar la eficacia y seguridad de un nuevo producto como el número de individuos requeridos.

Cambio radical

La industria farmacéutica tiene un largo camino que recorrer para llegar a esa etapa en la que las nuevas tecnologías favorecerán un ahorro de costes que, entre otras cosas, permitirá reducir el precio de los medicamentos y hacerlos más accesibles para las personas con menos recursos.
La situación actual aún dista mucho de ese panorama idílico. Se estima que sólo cuatro de las 10 empresas más solventes cuentan con productos en fase de desarrollo que contrarrestarán la espiral de pérdidas económicas que se avecina de aquí a 2015. La productividad ha caído en picado en los últimos años y las patentes de muchos de los medicamentos más exitosos están a punto de expirar, lo que facilitará la entrada en el mercado de muchos más fármacos genéricos con un precio muy inferior al de los originales.

Un plazo de tan sólo 12 años podría parecer demasiado escaso para superar el estancamiento de la innovación. No obstante, no se parte de cero. «Se están poniendo las bases a través del desarrollo tecnológico que se está produciendo a nivel mundial», afirma Josep Solé, socio responsable del sector farmacéutico de PricewaterhouseCoopers. «La realidad se impone y el modelo de I+D tradicional en la industria farmacéutica no es sostenible y tiene que transformarse radicalmente», precisa.
Pero para que el cambio de paradigma surta efecto será necesaria una evolución que vaya mucho más allá de las nuevas tecnologías. En primer término, el informe explica que el nuevo sistema de investigación precisará una mayor colaboración de las empresas productoras de medicamentos con otros agentes, como las instituciones académicas, lo que obligará al sector farmacéutico a considerar, por primera vez, la posibilidad de compartir la propiedad intelectual con otras entidades (como los proveedores de tecnologías de la información).

Por otro lado, los planteamientos de «todo o nada», que suponían el descarte de gran parte de los fármacos tras largos años de investigación, se sustituirán por un nuevo enfoque basado en un proceso acumulativo y gradual de autorización.

Solé expone otro viraje crucial: «Hay quien dice que los medicamentos fáciles ya se han descubierto y ahora quedan los difíciles». Es decir, se conseguirán productos más especializados dirigidos a segmentos de la población mucho más pequeños. Las empresas no tendrán que centrarse en enfermedades muy frecuentes para garantizar la recuperación de la inversión.

Tres ejemplos de la investigación que viene

La utilización de procesos virtuales de investigación ya está empezando a dar sus frutos. El informe de la consultora recoge varios ejemplos de esta transformación. Uno de ellos ha sido protagonizado por la Asociación Americana de Diabetes y la compañía biofarmacéutica estadounidense Entelos, que han desarrollado un ratón virtual que se está empleando para estudiar remedios para la diabetes tipo 1 (insulinodependiente). Los investigadores han logrado simular en este modelo los efectos de los nuevos medicamentos. Esto ha sido posible gracias a la acumulación de datos a lo largo de muchos años con experimentos sobre animales reales. «Se podrían crear ejemplares virtuales de cualquier especie de la que exista suficiente información», recoge el informe.

Otra muestra del potencial que ofrecen las nuevas tecnologías la ofreció Roche con el desarrollo del fármaco Pegasys, un tratamiento combinado para la hepatitis C. Con métodos informáticos se determinó la dosis óptima para diferentes grupos de individuos en los que no hizo falta probar el producto.
Johnson & Johnson también se introdujo en la nueva era cuando planeó la primera fase de los ensayos clínicos de un tratamiento de la diabetes con un novedoso mecanismo de acción. Un laboratorio virtual de Entelos le permitió optimizar los cálculos de tal manera que la investigación se pudo llevar a cabo con un ahorro de tiempo del 40% y una reducción del 66% en el número de pacientes necesarios.

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